Las piscinas tienen historia. Cuando en los pueblos de alrededor no había ni proyecto de algo así, en Okondo se construyó todo un recinto con los mejores espacios.
Tres piscinas, de diferentes tamaños y profundidad, para todas las edades; vestuarios, duchas y servicios; un bar y una chopera con sus mesas de cemento donde se sigue disfrutando de las mejores jornadas del verano.
Es el espacio ideal para refrescarse, nadar y merendar. Un ocio muy estival que tradicionalmente ha atraído a gente de los pueblos de alrededor y hasta de la capital vizcaína.
Antes de su construcción, a principios de los años 70, el agua del río y una estructura de cemento desde la que lanzarse hacían las veces de piscinas en el puente desde el que hoy se accede al recinto. Y otro de los lugares donde vecinas y vecinos acudían a nadar antiguamente era la presa Maiorga, último vestigio de una de tantas ferrerías que poblaron el río Izalde; río de aguas limpias y abundantes cangrejos en otro tiempo.