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Una forma de disfrutar guiada por la memoria

Valdegovía | Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos
De abuelas a nietas nietos

Jesusa Nieva

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ENTREVISTA CON Jesusa Nieva.

Jesusa Nieva cambió Sobrón Alto por Barrio el día que se casó, con 23 años. Entonces se pensaba que a esa edad ya se era mayor para continuar siendo soltera.

Su noviazgo apenas duró seis meses antes de convertirse en la mujer de un labrador. Julián le dio una buena vida, pero tan trabajada que hoy se lo pensaría dos veces antes de juntarse con un hombre de campo.

Valdegovía | Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Álbum familiar de Jesusa Nieva
Álbum familiar de Jesusa Nieva

Si Sobrón estaba escondido entre los repliegues de la Sierra de Artzena, en Barrio apenas una quincena de casas conforma esta Junta Administrativa de la que Julián fue presidente durante más de treinta años.

Ahora, cerca de la casa de Jesusa hay otros dos hogares habitados de continuo, y todos tienen que ver con su familia.

Eso sí, los fines de semana, vacaciones y fiestas las ventanas y las puertas del resto se abren de nuevo y quienes viven en la ciudad regresan a respirar la tranquilidad de este increíble paraje alavés.

Moneda no había

Valdegovía | Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Foto cedida por Juan Carlos Abascal
Foto cedida por el estudioso de Valdegovía Juan Carlos Abascal

De los 15 que nacieron en Sobrón Alto solo sobrevivieron 7, cuatro chicas y tres varones. “El resto como mucho duraban ocho días, igual quince. Entonces no había los adelantos de hoy en día”. Jesusa es la segunda, aunque a sus 91 años se ha colocado en primer lugar.

No olvida aquellos tiempos de niñez en que caminaba por la tierra, corriendo detrás de su padre, con alpargatas sin suela, solo con la tela. Ya de niña era muy activa y no dudaba cuando había que ir en busca de las vacas a la Mota, porque se pasaban a la parte de San Martín.

Entonces no había dinero con qué comprar, la familia subsistía mayormente con lo que producían en los escasos campos que tenían en propiedad y algún animal.

El padre de Jesusa era el pastor del pueblo y le pagaban en fanegas de trigo. Recuerda cómo en tiempos de la guerra le venían a buscar a casa para que les mostrara los pasos del monte hacia Burgos. “Él no quería ir, pero les indicaba por dónde y les tiraba una hogaza de pan por la ventana”.

Valdegovía | Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Photo-Araba
Jardín de los Varona. Photo-Araba

Un año sin volver a casa

A los trece años la mandaron a Vitoria a servir. “El amo era comandante y tenían dos hijos que yo me encargaba de cuidar”, cuenta. Tres o cuatro años después se metió en otra casa con seis.

Fue creciendo mientras cuidaba de criaturas poco más jóvenes que ella, les limpiaba la ropa y se responsabilizaba de que tuvieran una buena vida.

Entonces volvía a casa una vez al año, cuando le daban vacaciones. Con las escasas pesetas que ganaba compraba telas para la madre, “porque entonces no había hecho”, y lo llevaban a la modista a Espejo.

Valdegovía | Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Álbum familiar de Jesusa Nieva
Álbum familiar de Jesusa Nieva

Iban andando desde Sobrón a Espejo, 5 kilómetros, si no tenían la burra disponible.

La más desenvuelta

Los 18 le trajeron algo de libertad, aunque también más trabajo. Entró en el hotel de Sobrón. Había más de 50 personas en verano.

Entre tres chicas limpiaban las 16 habitaciones que había abiertas y luego servían el comedor. Seguía ganando poco, por lo que se fue a Medina de Pomar a servir en otro hotel.

Allí un enamorado le llegó a escribir un centenar de cartas a las que no respondió ni una sola vez, porque no le gustaba subir a Medina y “él no iba a salir de allí porque ya tenía trabajo de panadero”.

A Medina de Pomar fui porque había una chica de Sobrón Alto. “Mirábamos dónde se ganaba más y para allí que íbamos”.

Hecha a todo

En Sobrón había un bar al lado del hotel, y Julián solía frecuentarlo porque iba un acordeonista y hacía baile. Allí se conocieron y empezaron a salir.

Valdegovía | Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Álbum familiar de Jesusa Nieva
Álbum familiar de Jesusa Nieva

Se casaron pronto, y aunque cuando llegó a Barrio, a su nueva casa, no había ni luz por una avería en la red, no le costó acostumbrarse a la vida de labradora.

Estaba hecha a todo. Las vacaciones que había tenido toda su vida las había dedicado a ayudar a sus padres, y lo mismo segaba con la hoz, que trillaba o arreaba las vacas que había en casa.

En Barrio, mientras Julián ‘simentaba’ (sembrar) ella ‘trapeaba’ (pasar la trapa para cubrir la simiente) con los bueyes por detrás.

Fue idea suya comprar vacas para sustituir las cinco yeguas que había en aquella casa. Empezaron por una y acabaron teniendo 40, y unas 70 cabras en el monte.
Un carnicero de Espejo les compraba los cabritos y algún que otro premio ganaron por lo gordos que iban.

Familia muy unida

Siempre había trabajo que hacer, sobre todo después de traer al mundo 5 hijos varones y una chica. Uno de los niños murió a los dos meses. Todos los demás estudiaron en Espejo y después en la ciudad.

Valdegovía | Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Álbum familiar de Jesusa Nieva
Álbum familiar de Jesusa Nieva

Miguel Ángel, el mayor, sigue viviendo en la casa familiar, con Jesusa y con su familia. Es el único que continúa dedicándose al campo, aunque ya son otras las formas y todo ha cambiado mucho.

Su hija Sonia ha convivido con su abuela toda su vida, y hoy es el día que, aunque vive en Vitoria, no pasa un fin de semana que no aparezca por Barrio. Cuando a los 14 años tuvo que trasladarse a la ciudad, sus abuelos, ya jubilados, se fueron con ella a un piso que habían comprado para cuidarla. De lejos se ve que abuela y nieta son uña y carne.

Valdegovía | Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Álbum familiar de Jesusa Nieva
Álbum familiar de Jesusa Nieva

La hija de Jesusa, Lourdes, también vive en Barrio, y acompaña a su madre en su pasión por las flores. Entre las dos adornan las plazas, el lavadero y los rincones del pueblo con macetas y plantas que dan un aspecto inmejorable a este rincón de Álava.

No es extraño que acudan los vecinos y vecinas que viven fuera cada fin de semana a reunirse en torno a la única taberna que hay, que además es una casa rural que cada vez recibe más visitantes. Hay otra un poco más arriba.

Siempre Barrio

Barrio, como tantos otros rincones de Valdegovía, guarda la esencia del pasado rural, de la vida apacible donde el trabajo no impide una reunión familiar o del vecindario, y el gusto por agradar al visitante y a las amistades.

A Sonia, que hoy vive en Vitoria porque es allí donde trabaja, le encantaría instalarse en su pueblo de siempre, pero lo único que le frena es que los hijos que desea tener aquí no van a encontrar con quién jugar. Para ella solo faltan más criaturas alegrando las calles, eso sería suficiente para trasladarse definitivamente a Barrio.

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En su caso son 9 primos y primas, y eso les facilitó mucho las cosas cuando eran peques, incluso para reunirse a menudo hoy en día.

Dos casas rurales, dos txokos para uso del vecindario, una fuente, y hasta una barbacoa en la calle para que quien quiera la use, hacen muy apetecible no solo una visita, sino una buena estancia en Barrio.

Y desde aquí son muchas las rutas, las aficiones como la caza o ir a por setas, o simplemente caminar y respirar lo que puede atraer a cualquiera. Este es un lugar en el que es fácil reconocerse a poco que se frecuente, y donde hasta las vacas tienen nombre.

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Las alpargatas no tenían suela, solo la tela que cubría el pie"

Jesusa Nieva

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