“Antes se labraba todo y los pastores nos íbamos de aquí porque no había hierba para pacer, por eso nos subíamos al monte con las ovejas”, cuentan algunos de los que conocieron los grandes rebaños de Okondo. Se sembraban patatas, trigo, maíz… Había una fábrica de harinas en Llodio y muchos molinos por todo el valle.
A mediados del siglo pasado se empezaron a plantar muchos pinos y eso llevó a quitar ovejas. Además, cada vez había más circulación y se complicaba lo de moverlas de un lugar a otro por la carretera.
Se pasó de las ovejas a las vacas de leche, y también a la madera.
Solo en San Román había tres serrerías: la de Zaballa, Aguirre y Sojo, pero en Okendo muchas más. El parque de la Papelera era un hervidero de camiones GMC entrando y saliendo.
Sin embargo la madera se convirtió en la mayor fuente de dinero del valle a mediados del siglo XX, hasta tal punto que llegó a conocerse Okondo como ‘El valle del oro verde’. En la novela Oro Verde se narra la historia de los serrones que habitaban estos montes.