Una forma de disfrutar guiada por la memoria

Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Oyón
De abuelas a nietas nietos

Vitori Palacios

ENTREVISTA CON Vitori Palacios.

Victoria Palacios es un poco como Oyón, su pueblo; ha crecido con él sabiendo aprovechar las fortalezas propias. Vitori nació la primera de una larga saga, en una familia que le enseñó sobre todo a trabajar y a salir adelante como mejor se pudiera, en una época en la que Oyón trataba también de hacerse un hueco preferente en el mundo vitícola y comercial.

Desde niña aprendió a trabajar en el campo junto a su padre, y la vendimia la hacían en familia, todos arrimando el hombro. “Yo cortaba racimos con navaja y cuchillo. Sabía bien lo que era sacar los restos y pisar la uva”, recuerda.

Y si tenía edad para trabajar, también para beber un trago de vino en las comidas, algo que en casa era normal desde bien pronto, apenas siendo una niña de 10 años. Era con porrón, y solo en las comidas.

Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Oyón

La familia política de Vitori, los Sarabia al completo. Foto cedida al Ayto de Oyón por Álvaro Sarabia. 


Vino a porrillo y gaseosa

La casa familiar estaba en la misma plaza, tres plantas sustentadas sobre la elaboración de las conocidas ‘Gaseosas Palacios’. Las botellas eran de cristal, y se distinguían por  el escudo del pueblo grabado. Su hermano las repartía, Manolo el de las gaseosas le llamaban.

Las hacía su padre en una máquina que tenía en casa. Allí también se guardaba el vino y había una habitación llena de tinajas para el aceite. 

Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Oyón

Casa familiar antes de la reforma. Álbum familiar.


Otro pueblo

La villa ha cambiado mucho en estos 92 años de Vitori. Antes la entrada a Oyón era majestuosa, con los chopos sombreando ambos lados de la carretera. Entonces recorrían los 5 kilómetros que les separan de Logroño andando. Bajaban por la carretera general y solían quedar en puertas para volver juntos, chicas y chicos. Su lealtad es con Álava, pero a lo práctico siempre han acudido a Logroño.

Hoy son las fábricas las que reciben al visitante. En los años 60 comenzó a industrializarse y empezó a llegar gente de fuera, “forasteros” les llama Vitori. “El Oyón verdadero, el vuestro, está muerto y enterrado”, le confirma su nieto, Álvaro Sanabria. Ya nadie deja las llaves puestas en la puerta, como hacían cuando ella era más joven. 

Su abuelo ya lo anunciaba. Cuando se iba a hacer el cementerio nuevo, no dudó en aconsejar a las autoridades que no lo construyeran en la villa, que lo alejaran, porque el pueblo iba a crecer hacia abajo. Nadie le hizo caso y hoy Oyón tiene dos cementerios, han tenido que hacer uno nuevo alejado hacia Moreda.

Escudos en las fachadas 

Vitori no se alejó mucho de la casa paterna cuando se casó con 26 años con un chico del pueblo. En la misma plaza mayor había una casa con cuatro viviendas, dos altillos y las cuadras, una de esas casas con mucha solera adornada por un bonito escudo en la fachada.

Se instalaron en una de aquellas viviendas con balcón a la plaza y en las cuadras abrieron un ultramarinos. Ella dejó de trabajar en el campo para dedicarse a despachar todo tipo de productos alimentarios y de limpieza tras el mostrador, mientras Tomás, su marido, seguía trabajando la tierra y en la fábrica de sillas Salcedo, una de las primeras que se instaló en Oyón en aquellos años de crecimiento industrial.

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Casa solariega con escudo, 1943. Foto cedida por el Archivo de Vitoria-Gasteiz. E.Guinea.

Sin un horario muy claro, porque aunque cerraba a mediodía no faltaban vecinas a deshoras en busca de algo, Vitori sudó y disfrutó de aquel nuevo escenario de vida. Desde allí al baile no había mucha distancia y la música le encantaba, sobre todo jotas y pasodobles, “pero no el txistu que han metido ahora”.

Dice que ha cambiado mucho la vida desde aquel entonces, que hoy hay “libertinaje, y sinvergüenzas, mientras que antes había más respeto hacia las mujeres”.

Poco a poco, según se fueron quedando vacías las otras viviendas, Vitori y Tomás las fueron comprando y hoy la casa al completo es de ella. Y el ultramarinos es un bar vinoteca que gestiona su hijo.

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Álvaro en el magnífico órgano de la iglesia de Oyón

Organista por Disney

Álvaro Sarabia es un joven de 26 años que sorprende por su compromiso con la historia de su pueblo, con la cultura y con el arte. Es organista en Santa María de la Redonda, la Concatedral de Logroño, en Oyón y otros muchos pueblos de la zona, siempre al servicio de la liturgia, en misas mayores y funerales.

Todo empezó con Disney y la segunda entrega de Piratas del Caribe, cuando todavía era un niño. Allí descubrió que en el camarote del holandés errante había un órgano de tubos y que estaba muy relacionado con el más allá, con las ánimas y lo sobrenatural. A partir de ese momento, cada vez que iba a la iglesia subía al coro y allí estaba el órgano imponente, monstruoso de grande. 

Dos años más tarde el párroco le dejó la llave de la iglesia y desde entonces han sido horas y horas de ensayo y de autoaprendizaje; “yo no he ido a clase a dar lecciones de órgano”.  

Hoy es organista de continúo en Oyón, en fiestas solemnes en los pueblos de alrededor, y en Logroño, además de dirigir el coro de su pueblo. Sin embargo, lo suyo son las artes plásticas.


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El katxi en acción 1989 . Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz. I.Sáenz de Urturi 

El Katxi

Y además de tener buenas manos para el arte, tiene un interés especial en conocer los detalles de la historia, saber de los personajes que acompañan los festejos de los pueblos que le rodean y darle sentido a todo ese mundo imaginario.

Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Oyón

 Foto cedida por Félix Fernández al Ayto. de Oyón.

“El Katxi es el arlequín, y merece respeto por la antigüedad que tiene, no me gusta que le llamen bufón o bobo”, afirma con seguridad. El Katxi solía salir dirigiendo las charangas para desertar a la gente, pero lo principal es que en las fiestas de San Vicente y San Anastasio, 21 y 22 de enero, se revuelca a los pies del ayuntamiento y de la iglesia para ofrecer sus respetos a los vecinos. 

Es la persona más rica del pueblo que se viste de bufón para rendir respeto a la ciudadanía. Lleva apareciendo desde el siglo XVI y ha vestido cantidad de trajes. Dependiendo de la posición política del país ha llegado a ponerse los colores republicanos; ahora va de verde y rojo. 


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El Trujal

Los olivos en Oyón son algo que viene de lejos, y quien tiene uvas tiene olivas. Se recoge en diciembre y la oliva, ya limpia, siempre se ha llevado al Trujal, la cooperativa que tradicionalmente se ha encargado de elaborar el aceite en Oyón ha sido San Vicente, que cerró hace pocos años después de estar funcionando más de medio siglo.  

“El fin de los trabajos en el Trujal se celebraba con una fiesta con el rancho del Trujal, un plato elaborados con patatas de la Montaña Alavesa, bacalao de Bermeo, pimientos de la huerta oyonesa, y un generoso chorro de aceite nuevo”.

“OYÓN El pueblo que surgió junto a la fuente milenaria”

Manuel González Pastor

Pueblos de Álava, de abuelas a nietas y nietos. Oyón
Demasiado ha cambiado la vida"

Vitori Palacios

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