Lobos y osos han sido un constante peligro para los pastores y el transcurrir diario de los pueblos de la Montaña Alavesa. Desesperados, las vecinas y vecinos de la zona trataban de deshacerse de esta amenaza a base de mucho ingenio y alguna pedrada.
Todavía hoy, aunque difíciles de localizar, se pueden visitar los restos de las loberas que se utilizaron para atraparlos en Apellaniz, Korres, Vírgala Mayor y Onraita. Había loberas de varios tipos: algunas utilizaban los agujeros naturales del terreno, en otras se aprovechaba el desnivel para despeñar a los animales, guiándolos en ocasiones por empalizadas de madera o muros de piedra. Fosos donde caían los animales y a los que se le abatía a menudo a pedradas. En Onraita la lobera de los Callejones estaba formada por unos surcos en las propia roca -altos y estrechos- por donde se acorralaba al lobo.
Con la ayuda de perros y palos, se salía a la batida del lobo en cuanto se daba aviso a toque de campana. Había recompensa por la captura: “los que tomasen lobicos o matasen algún lobo u oso, se les den ocho ducados”, rezaban las Ordenanzas de los montes de Izki.
Gracias a los paneles informativos instalados en los vestigios de las loberas es fácil recrear mentalmente la lucha entre el hombre y el lobo.
- Lobera de Otxarrate (Korres)
- Lobera de los Callejones (Onraita)
- Lobera de Unzarrate (Apellaniz)
- Lobera de Otxarana (Vírgala Mayor)
Foto: Ovejas pastando en Apellaniz.