La Montaña Alavesa tiene roca asfáltica y en el pasado existió un entorno minero para sacar ese asfalto, un mineral negro con aspecto de betún fundamental para la pavimentación de las calzadas y para la construcción. Fueron varias las minas que se explotaron y muchas llevaban nombre de mujer como la mina Diana, explotación de asfalto natural a cielo abierto cerca de Loza. A mediados del siglo XIX trabajaban en esta mina 6 operarios y 5 carreteros. El asfalto se enviaba en su mayor parte a Francia.
En la zona de Montoria hubo más yacimientos de buena calidad pero limitadas reservas.
El general Prim -político liberal asesinado en 1870- fue uno de los principales accionistas de estas minas, pero la lejanía de los centros de transformación, la carestía del transporte y los nuevos productos sintéticos alternativos al asfalto natural, provocaron su cierre. Actualmente algunas de estas minas se han empezado a recuperar a través de distintas iniciativas de restauración ambiental, turismo industrial y de naturaleza.
El ámbar de Peñacerrada es algo único. Por su gran valor científico y su exclusividad para la investigación fue declarado como bien de interés cultural y junto con el Flysch y las minas de hierro, plomo y zinc de la Cuenca Vasco Cantábrica, son los únicos GEOSITES Vascos de la UNESCO de interés mundial.