En proceso de rehabilitación, la villa de Salinas de Añana fue fundada en un cerro por Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Pamplona, con gente de las aldeas cercanas que ya trabajaban en la producción de sal.
Gracias al primer fuero otorgado al actual territorio de Euskadi, Salinas se convierte en la primera Villa de realengo. Desde aquí se controlaba todo el Valle Salado, algo importantísimo en la Edad Media.
De plano irregular, con elevadas pendientes, siempre adaptándose a la orografía del lugar, las calles son estrechas y algunas casas tienen acceso a dos vías.
Desde entonces ha ido creciendo hacia abajo hasta acercarse a las eras donde se explotaba la sal. ¡Es un pueblo pequeñito y único!